jueves, diciembre 29, 2016

Cuentos en primera persona: Una señora extremadamente delgada teñida de lila

La vi cruzar la calle a la altura de Independencia con Echeverría, cerca de La Vega,  mientras yo estaba con la mirada perdida sentado en el bus del Transantiago en dirección a mi casa en el sector norte de Santiago.

Su apariencia me desconcertó y me produjo una enorme curiosidad. No sé por qué.

Era una mujer mayor, probablemente de unos 75 años, extremadamente delgada, con su  cabello teñido de lila y vestida con ropa algo desgastada de idéntico color. No logré divisar su rostro pero esa fugaz aparición me pareció profundamente extraña.

Seguí el resto de mi viaje tratando de explicarme cual sería el afán de dicha apariencia. Tal vez era una excéntrica feminista , solo un tema de gustos, o se vistió con lo que tenía.

Tras un rato mientras el vehículo de la locomoción colectiva crujía entero a tal punto que parecía desarmarse a cada paso, me pregunté por qué aun seguía pegado en la viejecilla famosa. Total, de excéntricos  y personajes que escapan de los estándares de normalidad está lleno el mundo y esta dama no era tan extraña después de todo.

Debo haberla conocido - me dije. Seguramente- me respondí.

Cuando ya definitivamente estaba listo para cambiar de tema en mi mente. El bus se detiene y sube... Adivinen quien. La señora que había ocupado mis pensamientos hasta hace pocos segundo atrás. No hice mucho juicio de como era posible que subiese a la micro si yo la había visto en la calle hace ya varios minutos. Se desplazó por el pasillo y se sentó a mi lado. Me preguntó con toda amabilidad: - ¿Se puede?. Por supuesto - le contesté. Y se ubicó junto a mi. La quedé mirando y le pregunté: Disculpe, ¿la conozco? Sonrió y me dijo: No lo creo. Estaba por excusarme y cambiar de tema, cuando me dijo con las mismas buenas maneras: -Pero vengo a buscarte-. Eso me dejó perplejo. Y exclamé: Ya sé donde la he visto!.

En ese preciso momento un vehículo choca a gran velocidad con nuestro bus. Lo impactó justó en la zona en que se articula. La escena era horrible mientras veía  con pavor que los asientos se iban comprimiendo en dirección hacia mi. No pude huir. Quedé atrapado entre los fierros doblados. Y sentía que la vida se me iba.

¿Dónde la había visto? Lo recordé en ese instante: En la posta de urgencia del Hospital San José  y en los pasillos del Hospital José Joaquín Aguirre.

Mire para todos lados y ella estaba de pie junto a mí. Ya no la sentía excéntrica, sino amable y bondadosa, pese a mi desesperación, mientras venían a mí recuerdos de mi vida. Cerré los ojos y pude ver desde mi gestación, sorprendido cuando crecían mis brazos, el momento de mi nacimiento y la sonrisa de mis padres. Pasaban los recuerdos a una enorme velocidad. La mayoría eran cosas que no recordaba. En ese momento perdí la conciencia y me entregué, luego de pedir perdón por todos mis pecados.

Ya han pasado dos meses desde el accidente. Como supondrán tras un arduo trabajo de bomberos y del equipo médico lograron rescatarme y aun estoy en tratamiento por mis lesiones, que no fueron pocas. Varios murieron en uno de los peores accidentes del Transantiago, ya que el bus estaba lleno de pasajeros. Aun estoy hospitalizado y en tratamiento por las diversas fracturas que sufrí.

¿Qué pasó con la viejita? Nos hemos hecho amigos. Cada cierto tiempo viene al Hospital a llevarse a alguien. Mas nunca deja de saludarme.

¿Qué por que se viste así? Se lo pregunté hace unos días. - ¿Acaso pretendes que me vista de negro hasta el día del juicio final?- me respondió- y se despidió coquetamente con su pelo lila, meneando la cartera del mismo color.