jueves, septiembre 22, 2005

Desafíos de una acción política inspirada en los valores cristianosPor

Tu vida, tus hijos, tus propiedades, títulos y poderes se te han “prestado” y tarde o temprano se te exigirá cuenta. El problemas es que nadie podrá decir “a mi sólo se me dio “poquito” y no podía hacer más”, o “esto me lo gané yo”. Vana ilusión! A quienes se les ha dado inteligencia, liderazgo, cargos públicos se le preguntará un día “qué hiciste por estos mis hermanos más pequeños?”

Ahora que se inician "de hecho" las campañas políticas en nuestro país, quisiera compartir este artículo que publicamos en la revista Política y espiritu.

En el número 11 de P&Y se hacía mención al lanzamiento del nuevo “Compendio de Doctrina Social de la Iglesia”, dando cuenta asimismo de una preocupación por su escasa difusión y un impacto modesto pese a la importancia de este texto.
Conviene al respecto no apresurarnos. Las buenas noticias corren lento, no así las malas. Una situación similar ocurrió en Chile con las primeras encíclicas sociales. Fueron sólo algunos obispos y pocos laicos quienes tomaron iniciativas al respecto. Recién la Quadragesimo Anno provocó una agitación de las conciencias que se tradujo en diversos movimientos políticos, sociales y espirituales.
Ya está en nuestro país la versión del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, de la Conferencia Episcopal Argentina, al que lamentablemente no se le ha dado la difusión que se merece, no obstante fue mencionado por el Cardenal Errazuriz en el Te Deum. Iremos dandolo a conocer, mientras tanto, nos centraremos en los “retos decisivos y de gran relieve e importancia", que significa desarrollar una acción política de inspiración cristiana a los que, se espera, el Compendio sirva de respuesta.
El amor.
Hace algún tiempo leía en un panfletillo comunista que ellos eran la única expresión política basada en el amor. ¡Tamaña falacia! Creen que se puede amar al bulto o a la bandada, cuando el amor es un proceso de personalización. Efectivamente, cuando uno ama, elige, distingue a alguien por sobre el resto. Pero al mismo tiempo también implica un aceptar al otro sencillamente por que es especial para mí. Ello ocurre con nuestros padres o nuestros hijos. No los hemos elegido (generalmente), sin embargo, los amamos por que son únicos. Los amamos por sobre sus defectos, sencillamente por ser quienes son.
Este es un concepto profundamente revolucionario del cristianismo. Dios mismo elige a un pueblo por sobre el resto y establece una Alianza con ellos. Luego, pese a que una y otra vez lo defraudan envía a su Hijo para salvar al mundo, es decir a cada hombre y mujer a lo largo de la historia. San Juan lo expresa en una de sus cartas, diciendo “El amor consiste en esto: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados. Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor entre nosotros es perfecto“. El mismo Jesús lo deja “clarito” cuando da un mandamiento nuevo: “Ama al prójimo como a ti mismo” En la acción política, evidentemente nos exige ver al objeto de ésta con amor, es decir, preocuparnos por su bien. No se ama sino a las personas únicas, especiales e irrepetibles. Pero también nos provoca entender al adversario como otro válido y mirarlo con misericordia y fraternidad, sintiéndolo como un hermano. ¿Pero es que acaso debemos aceptar sus propuestas erradas, sus acciones torpes o derechamente injustas? Por cierto que no. Pero tal como lo hacía Jesús, que rechazaba al pecado, pero acogía al pecador, no cabe una acción política que busque la destrucción del otro, ni siquiera su descalificación. Que notable ejemplo de ello daba Bernardo Leighton, el Hermano Bernardo, quien no aceptaba que se hablase mal en su presencia de quienes lo habían intentado asesinar, y más aun se refería a sus adversarios como “ es ...(radical, comunista...) pero es un buen amigo”.
Al mismo tiempo no basta con amar. Hay que hacer sentir al otro amado, considerado. No es posible saludar a uno, mientras se mira a otro. No es aceptable acordarse del elector sólo a último minuto, porque éste se la cobrará. Hay que tener empatía. Ponerse en el lugar del otro, procurar mirar con sus ojos y a partir de su historia lo que le ocurre. Implica hacerlo parte de la solución, protagonista de su destino.
Pero hay que cuidar un detalle que el Padre Hurtado plantea pristinamente en el Humanismo Social: la preocupación por el dolor humano puede llevar a dos conclusiones igualmente erróneas. Una es el escepticismo, la sensación que cualquier esfuerzo es vano. La otra, la tesis que lo que tenga remedio se arreglará sólo y lo demás quedará sin solución. La opción nuestra es tal como lo señala el Padre Hurtado “Ante el mal del mundo, el cristiano es un perpetuo y total inconformista y al mismo tiempo un hombre realista que hace cuanto las circunstancias le permiten, sabiendo que la peor de las cobardías es la evasión de la acción porque no pueda hacer una obra que cumpla con todas sus aspiraciones. Algo, por pequeño que sea, vale infinitamente más que nada”. Pero se equivoca quien crea que puede practicar la benevolencia sin justicia: “la injusticia causa enormemente más males que los que puede reparar la caridad” (Humanismo Social).
Desprendimiento
Otra clave que nos da el cristianismo, lo hayas aceptado por fe o porque consideres que su argumentación es buena y justa, es que todo lo que posees sólo lo administras. Tu vida, tus hijos, tus propiedades, títulos y poderes se te han “prestado” y tarde o temprano se te exigirá cuenta.
El problemas es que nadie podrá decir “a mi sólo se me dio “poquito” y no podía hacer más”, o “esto me lo gané yo”. Vana ilusión! A quienes se les ha dado inteligencia, liderazgo, cargos públicos se le preguntará un día “qué hiciste por estos mis hermanos más pequeños?”, ¿cuántos talentos devuelves con los que se te entregó?, y finalmente ¿cuánto amaste?
Ver la política con estos ojos da una mirada muy distinta. No debes temer enfrentar la posibilidad de dejar tus cargos. No tienes derechos adquiridos sobre nada. Si surge alguien mejor que tú, o será tu aliado o le cederás el espacio. Los grandes hombres se rodean de hombres más grandes que ellos. Jesús enseña que la autoridad humana, tentada por el deseo de dominar, encuentra «su auténtico y completo significado como servicio» (No. 383 Compendio Catecismo Social). El mismo Compendio recomienda que los que tengan autoridad ejerciten su poder con sentido de servicio a las personas, evitando la tentación de buscar el prestigio o el beneficio personal. También condena la corrupción como una de las deformidades más serias del sistema democrático.
Política centrada en la persona
Al describir la naturaleza de la comunidad política, el Compendio una vez más coloca a la persona humana en el centro. La persona es un ser social y político por naturaleza, que necesita la interacción con los demás para alcanzar su plenitud completa. La comunidad política, por ello, existe en orden a facilitar «el crecimiento pleno de cada uno de sus miembros, llamados a cooperar con firmeza para lograr el bien común» (No. 384).
El sentido de Chile
Una parte sustancial es comprender a nuestro pueblo. No me refiero solo a las tendencias que señalan las encuestas, que jamás pueden afectar una correcta jerarquía de valores. Me refiero a comprender el carácter trascendente de nuestra Patria, lo que el Cardenal Silva Henríquez describió como el “Alma de Chile” Para él, “Chile era mucho más que un territorio con instituciones y población. Al igual que las personas, Chile tiene su alma forjada en la comunión de valores, tarea y destino de sus habitantes. Un alma con tres pilares claros y fuertes: el espíritu de libertad por sobre la opresión, el primado del orden jurídico por sobre la anarquía, y el primado de la fe en Dios por sobre cualquier idolatría. En tiempos en que el éxito, el dinero y el placer son elevados a la categoría de ídolos, esta última característica parece particularmente vigente”. (Claudio Orrego). El Cardenal hacía arder nuestro pecho al señalarnos “El primero y más evidente es el primado de la libertad sobre todas las formas de opresión. Hay algo en nuestra alma, en nuestro inconsciente colectivo que nos urge a rechazar, como extraño al cuerpo social, todo aquello que signifique subyugar la persona o la nación a poderes extraños a ella misma. Expresémoslo en forma positiva: en el alma de Chile se da como componente esencial, el aprecio y costumbre de la libertad, individual y nacional, como el bien supremo superior, incluso, al de la vida misma”. Un político que pretenda dirigir a la Patria no puede priorizar el “encantamiento de serpientes”, sino que debe dedicarse con honestidad a estudiar los problemas de Chile, a proponer las soluciones reales y justas, y debe presentarnos los sueños colectivos de los que todos nos sintamos parte.
El sentido trascendente
Para quienes hemos aceptado la gracia de la Fe es un hecho no menor que somos peregrinos de esta tierra y que la plenitud no la encontraremos aquí, no obstante nuestro deber de trabajar incansablemente en la construcción del Reino. Pero más aun, tal como lo señala León Bloy, no puede haber algo más triste para un cristiano que no ser santo. Quienes se dedican a la política no están exentos de alcanzar la presencia de Dios. Ya hay quienes han alcanzado la compañía de Dios y se nos han adelantado. Es muy importante conocer sus ejemplos. Me refiero a Santo Tomás Moro, mártir, a Federico Ozanam, a Alberto Marvelli y a Giorgio la Pira. El problema es que “no (se) puede ser un medio santo, tiene que ser todo santo o nada santo” (Santa Teresa de Lisieux), pero al mismo tiempo, Juan Pablo II nos recordaba una y otra vez que ello es posible con la gracia de Dios, “la santidad está realmente al alcance de todos”, pues como dice José María Pemán: “No hay virtud más eminente que hacer sencillamente lo que tenemos que hacer”.

Este Artículo proviene de Política y Espíritu - On linehttp://www.politicayespiritu.cl/
El URL para esta Historia es:http://www.politicayespiritu.cl/modules/sections/index.php?op=viewarticle&artid=64

No hay comentarios.: